Por diversas razones y en determinados momentos de la vida, los seres humanos buscamos la manera de mejorar nuestra calidad de vida en términos de salud. Ya sea por un nuevo diagnóstico, por cumplir metas o por prevención, muchas personas deciden emprender el camino de la “vida saludable”. Pero, ¿qué significa esto?

Vivir saludablemente abarca un espectro muy amplio que incluye, no solo la alimentación, sino también los aspectos físicos y espirituales. Se trata de crear armonía entre cuerpo, mente y alma. Y en la búsqueda de dicha armonía, es importante asesorarse de profesionales que nos guíen a través de este nuevo camino.

Lo primero es buscar la ayuda de un nutricionista. Alguien que pueda valorarnos físicamente y que, a partir de exámenes de laboratorio, determine cuáles son las necesidades nutricionales que cada uno de nosotros tiene. De esta manera sabremos, desde un principio, si nuestros niveles de azúcar son altos, cómo están nuestros triglicéridos, o si nos está haciendo falta hierro, por ejemplo. Con este punto de partida, es muchísimo más fácil tomar decisiones a la hora de alimentarse y de tomar medidas extras para mejorar nuestra condición.

Un profesional en nutrición nos dará las herramientas para comenzar a planear nuestra dieta (entiéndase esta palabra como la manera en que nos alimentaremos, no como un régimen restrictivo); sin embargo, hay varias cosas que podemos hacer desde ya para comenzar a cuidarnos mejor y darle un empujón a nuestro nuevo estilo de vida. Te compartimos algunos tips:

1. Toma más agua: El agua es la bebida natural por excelencia y el compuesto principal del cuerpo. Cuando estamos debidamente hidratados eliminamos toxinas perjudiciales y ayudamos a los riñones a cumplir su función. El agua mantiene nuestros músculos en funcionamiento y el equilibrio de fluidos en el cuerpo, mejora nuestra concentración y nos ayuda a controlar el peso.

2. Camina: Es el ejercicio más sencillo y es gratis. Caminar fortalece el corazón, previene enfermedades cardiovasculares y la osteoporosis. Favorece la tonificación de las piernas, los glúteos y el abdomen; ayuda a reducir el colesterol, previene la diabetes y aumenta los niveles de energía. Treinta minutos de caminata al día mejoran la circulación y nuestra vida sexual, entre muchos otros beneficios.

3. Come más vegetales: Parece que este es el que más nos cuesta, pero los vegetales son imprescindibles para fortalecer las defensas pues son antioxidantes y están cargados de nutrientes que pueden ayudar a mejorar nuestros niveles de estrés. Benefician nuestra piel y huesos, y su alto contenido de fibra natural ayuda a prevenir el estreñimiento. Las hojas verdes son ricas en calcio, necesario para mantener una buena salud de los huesos y los dientes. Además, los vegetales son bajos en calorías, lo que favorece una dieta balanceada.

4. Evita el azúcar: El azúcar está en todo, pero podemos reducir su consumo limitando o eliminando de nuestra dieta las bebidas azucaradas como los jugos de cajita y las gaseosas, las harinas refinadas y los paquetes de comida chatarra. Todos estos “alimentos” elevan los niveles de azúcar en la sangre, el colesterol y los triglicéridos, haciéndonos más propensos a la obesidad y a sufrir enfermedades fácilmente prevenibles.

5. Deja de fumar: Si queremos mejorar nuestra calidad de vida, esto es lo primero que debemos hacer. El cigarrillo contiene muchas sustancias químicas perjudiciales para el organismo. Fumar es la principal causa de muerte por cáncer y de enfermedades del corazón. Al dejar de fumar, nuestro ritmo cardíaco y presión arterial comienzan a bajar a sus niveles normales; mejora la circulación y la función de los pulmones en pocos meses. Además, mejora el sentido del olfato y el sabor de nuestras comidas será mucho mejor.

Tomar acción es el primer paso para mejorar nuestra calidad de vida. Cada pequeño cambio cuenta y en la medida en que lo hacemos un hábito, no solo nos vemos mejor, sino que nos sentimos mucho mejor; y una buena salud es la base para lograr cualquier meta. ¡Anímate a dar ese primer paso!